El hombre racional se adapta al mundo que le rodea; el hombre irracional se obstina en intentar que sea el mundo quien se adapte a él. Por tanto, todo progreso se debe al hombre irracional. (George Bernard Shaw)
miércoles, 30 de diciembre de 2015
martes, 22 de diciembre de 2015
El fútbol atorrante Escrito por Alejandro Dolina
Extraído de la revista "Humor" n° 7,
de diciembre de 1978
Vengo trotando con la pelota en los pies.
Alguien me ha dado un buen pase y
ahora me acerco al área contraria.
Presiento un galopito detrás mío y apuro el
tranco, asustado. Miro. Lo que
veo no me dice mucho. La defensa adversaria
está bien ubicada. En cuanto alguno
se avive que no se me ocurre nada, me atora y
me quita la pelota.
Podría tratar de cortársela al wing, por
detrás del marcador, pero esas casi
nunca pasan.
También podría amagar el pase y seguir yo,
pero noto en la cara del zaguero
central que se trata de un individuo suspicaz:
no se tragará ningún amague. De
pronto, sin que nadie me lo diga, se que
alguien aparecerá desde atrás para
ayudarme. Entonces pongo cara de
centreforward, corro al arco. El zaguero se
corre un poco para tapar el tiro. Pero yo no
shoteo. Le doy suave hacia mi
izquierda. Y allí, por donde yo adivinaba,
aparece el compañero, libre de
marca, ganador, imparable. Casi sin acomodarla
le mete un derechazo que entra
por cualquier parte. Gol.
Después de celebrar con un grito, mientras los
rivales deslindan responsabi-
lidades, mi compañero me guiña un ojo. Al
pasar me toca, apenas.
He pensado como él. He confiado en él. Somos
amigos.
Sin mirarlo casi, le digo "Bien,
che". Soy feliz.
Es hermoso el fútbol de la muchachada. El
fútbol amateur, el de los equipos
de barrio.
El que se juega en canchas alquiladas. O en
los pocos potreros que nos
quedan. El que llena el Parque Saavedra. O la
cancha de Alianza. O la de atrás
de los cuarteles de Ciudadela. O los
descampados de San Miguel.
Sobre ese fútbol se ha escrito poco y mal. No
seré yo quien lo remedie. Mi
humilde intención es trazar algunos apuntes
para que algún estudioso de verdad
empiece a escribir de una vez un tratado
completo sobre el tema.
Orígenes y dificultades
Un equipo atorrante puede nacer de mil maneras
distintas.
A veces se compone de caballeros que trabajan
en la misma panadería. En
otras ocasiones, sus integrantes van al mismo
colegio. O viven en el mismo
barrio. O los echaron de un equipo anterior.
Hubo una época en que no se
concebía un grupo de más de diez personas que
no tuviera su propio equipo de
fútbol. Empresas, oficinas, herrerías,
sociedades literarias y simples patotas
han dado nacimiento a temas de tan glorioso
recuerdo, que a veces uno sospecha
que la fundación de ciertas entidades
comerciales no ha sido sino el pretexto
para la aparición del equipo de fútbol
correspondiente.
Sin embargo no todo es tan fácil como parece.
Hoy en día resulta bastante dificultoso juntar
once.
Yo recuerdo épocas en que cada vez que
aparecía una pelota, había que echar
a patadas a los postulantes.
Ahora todos son estrellas.
Este no puede porque tiene que viajar a
Saladillo. El otro se va a la
pileta. Al de más allá, la mujer no lo deja.
Después quieren que el fútbol ande
bien con semejante morralla.
Otro inconveniente es conseguir rivales.
-No, nosotros estamos en un campeonato.
-No, nosotros jugamos solamente contra equipos
de otras empresas.
-No, este fin de semana ya tenemos partido.
-No, nosotros jugamos nada más que los lunes.
-No, a esa hora ni locos.
Es un infierno, les garanto.
Pero supongamos que usted ha conseguido a once
malandras y que ha concertado
un desafío contra unos tipos de San Isidro el
domingo a las nueve de la mañana
en la cancha del Parque Hernández, en San
Martín.
La noche anterior usted empieza a sufrir.
Porque de golpe y porque sí, dos
tipos se borran. Hay que conseguir otros dos.
Entonces usted comienza un
espantoso peregrinaje en busca de
reemplazantes. Y llama por teléfono o toca
los timbres de sujetos que usted jamás
convocaría en circunstancias normales. Y
-para peor- los muy canallas se hacen los
difíciles.
-¡Eh, recién ahora me avisás!
Y usted ruega y se arrastra por el suelo ante
troncos irrecuperables
tratando de arrancarles la promesa de su
asistencia.
Al final, cerca de la medianoche, el equipo
queda completo, con la
desagradable presencia de un pibe de once años
y de un cuñado suyo que ni
zapatillas tiene.
Algo más tranquilo, usted procede a preparar
su ropa. Indumentaria clásica:
un par de medias llenos de agujeros. Otro par
de medias para usar debajo, que
también tiene agujeros, pero en otra
disposición. Un pantalón con tierra del
partido anterior. Un par de zapatillas
gastadas y otras decididamenterra
inservibles, para prestarle a su cuñado. Hay
también canilleras, pedazos de
trapo, piolines y otras basuras que suelen
guardarse en la bolsa, más que nada
para no tirarlas.
Después de esta operación, antes de acostarse,
usted mira el cielo. Y con
indignada consternación descubre algo
espantoso: se está nublando. Son las
cuatro de la mañana y usted permanece
despierto. Truena. Sopla viento.
¿Lloverá? ¿Podremos jugar igual? ¿Desertará
algún pusliánime ante la
ventisca? Transpirando a causa de la
incertidumbre, usted se duerme a las
cinco.
Pero a las ocho ya está en pie. Despierto y
con el corazón ardiente. Ha
limpiado.
Sin nada en el estómago, usted se constituye
en la cancha del Parque
Hernández. Cuando llega son las nueve menos
cinco. Y le espera una sorpresa
desagradable: usted es el primero.
Pasan dos colectivos sin detenerse. El
panorama es desolador. Sin embargo,
en una punta del parque, como a cien metros de
allí, hay unos morochos
peloteando. Usted piensa que pueden ser sus
compañeros que han llegado más
temprano. Trota hasta llegar a ellos: se trata
de desconocidos.
A las nueve y diez llegan otros atorrantes.
-¿No vino nadie? -preguntan inquietos.
-No -contesta usted.
Entonces los recién llegados se desesperan y
se indignan. Los contrarios
tampoco aparecieron. El partido peligra.
Cada vez que se detiene un colectivo, la
esperanza ilumina a los reos. Desde
antes que el coche pare, ya se van agachando
para palpitar a través del
parabrisas el arribo de algún otro malandra.
-A esta hora ya no viene más nadie -dice
alguien.
Finalmente, a las diez menos cinco, con los
nervios destrozados, usted
empieza a jugar.
Nomenclatura, indumentaria y heráldica
Llega un momento, después de mucho padecer,
después de innumerables
desencuentros y partidos frustrados, en que el
equipo tiene un elenco más o
menos estable. Y aumenta la frecuencia de los
desafíos. Entonces va creciendo
el espíritu de cuerpo y el deseo de consolidar
el grupo.
Este sentimiento ha engendrado no pocos clubes
de barrio, con sede y todo.
Pero la primera medida que garantiza la
existencia de un cuadro es la
búsqueda de un nombre.
Enseguida aparecen propuestas inevitables:
"Brisas del Plata", "Once corazo-
nes".
O sugerencias chuscas, casi murgueras:
"Los lonyipietros de José Ingenie-
ros", "Sacale el hilo a esa
chaucha".
Me permitiré mencionar -a modo de homenaje-
los inmortales nombres de
algunos cuadros atorrantes que he conocido:
"Halcón de Caseros", "Ciclón de
Jonte", "Empalme San Vicente", "Barrio
Chino", "Estrella del Sur",
"Namuncurá", "Los místicos", "Agronomía Central",
"La Academia", "Celtic de
Merlo", "La matraca", "Hindú", "Resto del
Mundo". Que
el olvido perdone a todos ellos.
Otro hecho de importancia fundamental para la
perduración de un cuadro es la
adquisición de camisetas.
No nos vamos a demorar en su elucidación. Ya
todos sabemos los métodos que
se emplean para reunir el dinero: rifas,
colectas, sustos y disparadas de toda
índole.
Debo hacer notar -eso sí- dos tradiciones que
se verifican siempre. La
primera exige que las camisetas se estrenen
perdiendo. La segunda, que se
destiñan al primer lavado.
Personajes del fútbol atorrante
Cesarini decía que uno es igual en la cancha y
en la vida. No sé si esto
será cierto. Con la gente -ya se sabe- es
inútil proponer leyes inmutables. Los
postulados sirven para triángulos y
cotangentes, pero no para los hombres de
carne y hueso. Allí fracasan. Pero volvamos al
potrero. Conozcamos sus
personajes principales.
El morfón: Azote de las canchas. Egoísta y
obcecado. Jamás pasa la pelota.
Unicamente lo hace cuando está perdido. Sus
pases son imperfectos, de mala
gana, mordidos y con efecto. Algunos han
querido ver en el morfón una
concepción individualista del fútbol. Yo creo,
simplemente, que un morfón es un
pavote.
El tronco: No sabe nada. Es torpe. Y cada
partido es para él una
humillación.
El sobrador: Cobarde en la adversidad y
fanfarrón en el triunfo. Este
jugador suele aparecer cuando el equipo gana
tres a cero. Entonces tira caños,
intenta lujos y se burla de los rivales.
El pecho frío: Ausente de barullos y
entreveros. Nunca se ensucia. Nunca
grita. Nunca se enoja.
El loco: Suele ser puntero. Es eléctrico e
imprevisible. Jamás hace caso,
habla solo y se ríe de sus jugadas absurdas.
El arquero: Nunca supe qué es lo que hace que
alguien se vuelva arquero.
Quizá alguna oculta vocación de trapecista.
Hay algo curioso: los pibes más
chicos se desesperan por ir al arco. Conforme
crecen abandonan los tres palos y
ya grandulones, hay que mandarlos a atajar de
prepo.
El tipo que pasaba por ahí: Personaje cuya
importancia pocos hantres palos
comprendido. Es el undécimo hombre. Cada vez
que falta uno, los muchachos miran
a su alrededor, eligen al morocho más aparente
y le lanzan la invitación.
¿Querés jugar? Y el tipo acepta. Lo ponen de
cualquier cosa, por allá adelante.
Nunca le dan un pase. Lo ignoran. Ni siquiera
le reprochan nada. Cuando termina
el partido todos se olvidan de él, como si no
hubiera jugado. Y quien sabe
cuántos triunfos se han cimentado en el
humilde trabajo de los tipos que
pasaban por ahí.
El pibe: Es más chico que todos y se abusa.
Sabe que no lo van a tocar y que
hay diez grandotes dispuestos a detenderlo. Lo
mejor es darle sin asco.
Hay muchos: el referí, el matón, el héroe, el
caudillo, el delegado, el
gritón, el que reparte las camisetas, el
llorón, el lesionado, el suplente, el
pavo y otros mil. Basta, por favor.
Mentiras criollas
-----------------
Flotan en el aire algunos conceptos
equivocados sobre la táctica y
estrategia del fútbol atorrante. Y los futuros
tratadistas deberán refutarlos.
Veamos algunos de ellos.
"Es lo mismo perder uno a cero que diez a
cero" Axioma que pretende
inducirnos a atacar desesperadamente aunque
nos revienten a goles. Es falso. Es
mejor ir perdiendo uno a cero. De este modo
con un gol de casualidad,
empatamos. En el otro caso, nos ponemos diez a
uno.
"Venimos a divertirnos" Frase que le
sueltan a uno cada vez que se pone un
poco nervioso.
Y aquí nos hallamos ante un punto fundamental.
"¿Venimos a divertirnos o a hacernos mala
sangre?" me preguntan a veces
cuando me enojo. Y yo contesto: "A
hacernos mala sangre".
Sí señor, yo no vengo a divertirme. Para eso
está el ludo, el desconfío o el
pinchanúmeros, pero nunca el fútbol.
Yo quiero sufrir ante el resultado incierto.
Padecer la angustia del dominio
rival. Sentir miedo ante los golpes y
aguantármelo. Quiero imaginar que cada
partido es terrible y decisivo. Sé que deberé
poner inteligencia y fortaleza.
Que hay compañeros que necesitan socorro y
adversarios dispuestos a todo. Esta
realidad me excita, me entusiasma, me indigna
y me enfervoriza, pero no me
divierte.
Y quienes van a la cancha a divertirse han
equivocado el lugar.
Una receta para ganar siempre
No se trata de un esquema posicional. Es algo
sentimental.
A tomar nota los técnicos, porque esta receta
nunca falla.
Pues bien: sostengo que el afecto entre los
integrantes de un equipo, lo
torna invencible.
Por eso no debemos burlarnos socarronamente de
aquellos que hablan del
"grupo humano". Algo sospechan estos
caballeros.
Yo recién lo descubrí hace poco. Una frase de
Menotti me lo reveló.
El flaco le puso nombre a algo que yo sentía
desde hacía mucho tiempo.
¿Por qué uno quiere en su equipo a ciertos
tipos?
¿Porque juegan bien? ¿Porque se adaptan mejor
al juego de uno? No. Uno los
elige porque los quiere más. Ahora lo sé bien.
Y sé que nunca podría jugar un
buen partido con compañeros a quienes
detestara. Es así.
Uno está dispuesto a alentar al que se
equivoca, si hay afecto.
Uno ayuda al qu está en apuros, si hay afecto.
Uno se mata cuando escucha al amigo que le
grita "Bien, Negro".
Y este afecto, este viril cariño, es lo mejor
que tiene el fútbol.
Este juego, señores, no es una escuela de
vida, ni una filosofía, ni una
cosmovisión, como pretenden hoy en día los
deportistas presuntuosos. Pero el
solo hecho de aprender a cinchar por un fin
común y sacar la cara por el
compañero basta para recomendar su práctica
con todo calor.
El puntero llega al fondo de la cancha. Se
dispone a lanzar centro.
Yo estoy en el medio del área. Muy marcado.
El puntero no centrea. Elude a su marcador y
se viene hacia el área.
Uno de los qu me marcaba lo va a buscar. En
ese momento me la toca.
La pelota viene rasante, firme. Yo presiento
algo detrás mío.
Amago el remate, pero abro las piernas y la
dejo pasar.
A mis espaldas entra, imparable, el compañero.
Le pega un derechazo
terrible. Gol.
Cuando vuelve me guiña el ojo. Al pasar me
toca, apenas. Casi sin mirarlo le
digo "Bien, che".
He pensado en él. He confiado en él. Somos
amigos. Soy feliz.
Buenas tardes.
sábado, 19 de diciembre de 2015
La revicion de las ventajas competitivas del FC Barcelona frente a sus rivales nos llevo a decidir una estrategia de rapido crecimiento basada en la contruccion de un equipo capaz de aspirar a todos los titulos, financiado por la agrasiva estrategia comercial y diferenciado de los competidores por nuestra marca, cargada de valores universales y soportada por su masa social.
Del libro : "La Pelota no Entra por Azar". Ferran Soriano
Me quedo con las ideas de un rapido crecimiento, buen equipo de trabajo, agresiva campaña comercia y diferenciacion.
Lo mas parecio a una Vision/Mision en una empresa.
Del libro : "La Pelota no Entra por Azar". Ferran Soriano
Me quedo con las ideas de un rapido crecimiento, buen equipo de trabajo, agresiva campaña comercia y diferenciacion.
Lo mas parecio a una Vision/Mision en una empresa.
jueves, 17 de diciembre de 2015
miércoles, 16 de diciembre de 2015
jueves, 10 de diciembre de 2015
Viste esas veces que por mas que quieres, si de la cabeza no estas bien no te sale nada.
Tenes la actitud, tenes las ganas, te sentis bien, pero si de la cabeza no estas bien, las cosas no salen, un dolor que tengas ya te tira para atras.
Costó mucho correr hoy, estaba pesado el dia, me sentia pesado
Costó mucho correr hoy, estaba pesado el dia, me sentia pesado
lunes, 7 de diciembre de 2015
domingo, 6 de diciembre de 2015
viernes, 4 de diciembre de 2015
jueves, 3 de diciembre de 2015
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Si sabes lo que vales, ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que aguantar los golpes. Es tu derecho escuchar a tu destino, nadie tien...